LAVERDADENFUGA

Wednesday, November 16, 2005

LA MUJER DE ERNESTO

PARTE II (Emiliana BRONT)
. . . La lucha armada para que fueran una realidad los ideales de una sociedad más justa no parecía ser algo desproporcionado para nosotros en esos días. El mundo no lo entendió así. Terminaba la secundaria cuando comenzó la dictadura, Ernesto estaba en cuarto año de la Facultad. Una tarde nos habíamos reunido despues de un tiempo para ver como se seguía, un compañero de la Facultad nos vino a avisar. No sabían nada de él desde el día anterior. Fue la primera vez en mi vida que sentí realmente miedo, sólo por unos minutos, luego vino la furia. Como un animal herido me avalancé sobre él y le pregunté zamarreándolo qué estaba pasando? "Lo habrán chupado" dijo con los ojos llenos de miedo. Hasta ese día no supe que se podía sentir tanto dolor. Era el día en que perdía a Ernesto.
A mí no me llevaron, me las ingenié para escabullirme yendo de un lado a otro, escuchando día tras día el llanto de Alicia cuando nos despedíamos sin saber si íbamos a volver a vernos.
No pude irme del país, ni tuve necesidad de hacerlo. Pero viví exiliada igual, exilada de mis afectos, de lo que había sido la razón de mi vida, y con el corazón partido en dos por la desaparición de Ernesto. Esperando con el llanto atragantado, día tras día,mes tras mes una noticia que nunca llegó.
Los años de la dictadura se hicieron horriblemente largos. No estudié ninguna carrera a pesar de que iba a seguir Psicología, estaba demasiado ocupada en sobrevivir. Ya no quedaba ninguna feria donde vender mis pulseritas de cobre y mostacillas, ya no quedaba nada de lo que había sido mío. Como pude salí a buscar trabajo y conseguí uno en una inmobiliaria de San Telmo. El dueño se encaprichó conmigo, Horacio se llamaba, y contra todos mis principios me casé en la primavera del 80, para separarme en el otoño dele 81. Por suerte no quedé embarazada, mi hijo sería de Ernesto o no sería.
Ya en 1983 cuando faltaba poco para las elecciones, una tarde de invierno vi la cara de Germán - el compañero de Ernesto - pegada al vidrio de la confitería donde yo estaba tomando un café . Salí corriendo del lugar y nos abrazamos con todas las fuerzas y todo el dolor, él sacó un sobre del bolsillo de su saco, estaba todo arrugado, y me lo dió, adentro había un papel chiquito, tenía escritas las dos palabras que más quise leer o escuchar en toda mi vida "ESTOY VIVO". Mis ojos se salían de mi cara , cuando miré a Germán el asintió con la cabeza. Volvimos a abrazarnos sin parar de llorar.
Pasaron casi dos meses hasta que por fin no encontramos en el aguantadero que teníamos en las épocas bravas. ERNESTO estaba igual pero distinto, con la rebeldía intacta pintada en su cara, miraba esos ojos que ahora estaban llenos de lágrimas y me resultaban tan necesarios!, y sólo me preguntaba cómo había podido vivir tanto tiempo si ellos.
Nos amamos una y otra vez, y así se fueron yendo la tarde, la noche, la madrugada, cuando llegó la hora de las preguntas o de las explicaciones, yo dije que no las necesitaba...
¿COMO SE ESCUCHAN LAS EXPLICACIONES DE UN HEROE? YO NO PUDE HACERLO...

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